viernes, 30 de mayo de 2014
martes, 27 de mayo de 2014
Podemos: ¿una victoria de Gramsci?
Podemos: ¿una victoria de Gramsci?
Una de las principales aportaciones de Antonio
Gramsci fueron sus reflexiones sobre el
fracaso de los procesos revolucionarios en los países a cuyas sociedades
podríamos calificar como “avanzadas”. La explicación de Gramsci para ese
fracaso, grosso modo, era que en
estos países la sociedad civil
presentaba un panorama más tupido, y los
anticuerpos, por utilizar un término muy comprensible, del sistema, eran más
eficaces. Por eso en Rusia, por ejemplo, ante una sociedad más desestructurada
y un aparato estatal de coerción más burdo, habría sido posible un proceso
revolucionario.
¿Qué tiene que ver todo esto con
Podemos? Pienso que el principal acierto
de la formación encabezada por Pablo Iglesias puede venir marcado por la
comprensión del análisis gramsciano de las sociedades de los países
desarrollados, y no se han quedado solo en el análisis, sino que a partir de
ahí han llegado a la conclusión de que era necesario penetrar en el instrumento
más potente de construcción de la hegemonía del sistema: los medios de
comunicación. En este sentido, tal vez una de las conclusiones políticas más
fuertes que podemos sacar de este estupendo resultado electoral es que tal vez
los puntos más sólidos del Sistema pueden esconder su propia debilidad, y que
un ataque llevado a cabo con una mezcla de inteligencia y prudencia puede provocar
grietas en el muro.
La izquierda había abandonado demasiados
campos de batalla sin siquiera oponer resistencia, nos hemos dejado arrebatar
hasta las palabras sin luchar por ellas. Hemos dejado ultrajar un concepto de
nuestra tradición: la democracia, permitiendo que se emplee esta palabra para
describir algo que no tiene nada que ver con su significado real, ya es hora de
ir ocupando espacios y planteando debates en profundidad. El debate sobre
Europa ha quedado pendiente y me parece urgente que se aborde. También forma
parte de nuestra tradición la actuación en los medios de nuestros “rivales”
para desmontar sus argumentos y para hacer llegar a los ciudadanos nuestras
propuestas. En ese campo tengo que decir que el diseño de la campaña de Podemos
me ha parecido perfecto.
Creo que en Podemos, volviendo a
Gramsci, sí han comprendido que estamos en una fase de guerra de posiciones, y
que mientras no se vislumbra una posibilidad de cambiar el Sistema sí se puede
ir avanzando y trabajando por cambiar el sentido común de una parte importante
de la población. Ese trabajo previo de influencia en el sentido común de las
mayorías sociales lo han hecho penetrando por pequeños orificios en el mayor
aparato de generación de consensos y de creación de tendencias: la televisión.
Nadie puede negar, los resultados cantan, que esa estrategia ha sido todo un
éxito y debe servir para reflexionar al conjunto de la izquierda, para seguir
potenciando los medios alternativos y para estudiar cómo conseguimos acceder a
los medios de masas.
Tal vez la izquierda ha olvidado
que la principal ocupación de Marx fue estudiar cómo funcionaba el sistema,
para saber cuáles eran sus debilidades, cómo vivían los oprimidos, y cuál era la composición interna de las
clases sociales. Tal vez llevamos demasiado tiempo protestando por la
omnipotente influencia de los medios de comunicación y sobre como sirven a los
intereses de los poderosos y no hemos hecho nada por tratar de “asaltarlos”. Y,
por supuesto, llevamos muchísimo, demasiado tiempo, instalados en la
“confortable y honrosa” derrota: afrontamos las elecciones sin demasiada
ilusión, dando por sentado que con nuestro porcentaje de siempre podremos
capear el temporal a la espera de unos buenos tiempos que parece llegarán sin
que tiremos de ellos.
Creo que Podemos supone un cambio
muy importante en cuanto a la manifestación de una voluntad de dar pasos con
intención de conseguir la victoria. Me parece que si se ha hecho un análisis
muy importante sobre la influencia de los medios de comunicación y del conjunto
del aparato de creación de consensos, en este sentido hay que destacar algún
trabajo de Pablo Iglesias sobre el cine y otro en preparación sobre la series
de televisión. Se trata de un trabajo aún incipiente pero que se debería seguir
desarrollando. De todos modos quedan aún muchísimos temas clave por abordar,
desde luego el más importante de ellos es la cuestión de clase y el estudio de
cuál es la actual composición y situación de la clase trabajadora en nuestro
país.
La cuestión de clase es uno de
los temas que está aún, a mi juicio, demasiado ausente en el discurso de
Podemos. Creo que es indiscutible que existe un importante número de jóvenes
con estudios universitarios con aspiraciones frustradas a los que la crisis ha proletarizado o les ha
obligado a emigrar, pero no debemos olvidar que, probablemente, la mayoría de
los jóvenes no han alcanzado ese nivel de educación y se mueven en un mundo
extremadamente precario y en circunstancias posiblemente más duras. Un discurso,
que a veces puede abusar de una especie de
neolengua, dirigido en
exclusiva a una elite ilustrada sería un error muy importante. No sé si es posible, pero
resultaría muy interesante saber el grado de penetración del discurso de
Podemos entre esas personas a las que el escritor socialista británico Owen
Jones ha denominado Chavs, término
posiblemente intraducible que se refiere
a jóvenes que, por una u otra razón, no han tenido la posibilidad de acceder a
la formación y viven hundidos en la precariedad, y que en algunos casos han
creado su propia subcultura.
Si Podemos pretende empezar a
construir para empezar a ir ganando posiciones debe contar con el apoyo y la
participación de las mayorías sociales,
por lo tanto debe huir de cualquier teoría que proclame la disolución de las
clase sociales y el fin de la clase trabajadora. Desde luego que quien
considera las clases sociales como algo estático, impermeable y ajeno a la
evolución de la sociedad también yerra de modo absoluto, pero es innegable,
pese al ascenso del porcentaje de personas con educación superior o pese al
proceso de tecnificación del trabajo, que la explotación del trabajo asalariado
continúa siendo el pilar del Sistema. Es imprescindible que Podemos no dé la
imagen de un grupo que solo se dirige a jóvenes universitarios descontentos por
lo mal que les ha ido la vida sino que se trata de un partido o movimiento que
trabaja para el autogobierno de la mayoría social de explotados. Podemos
debería, en mi opinión, cambiar una cierta tendencia a magnificar el “yo” para
fomentar el “nosotros”, sólo así será posible trabajar sobre el sentido común y
construir una sociedad democrática e igualitaria.
Antonio Gramsci también incidía
de un modo muy vivo en la importancia de decir la verdad a la gente y en el
potencial revolucionario de la verdad. En ese sentido, sigo pensando que el
discurso de Podemos en cuanto a Europa ha sido insuficiente y tal vez apresurado.
Es necesario decir la verdad sobre Europa y es necesario decir que la Unión Europea es irreformable y
que el Euro es un fracaso absoluto. Los excelentes resultados de los llamados
euroescépticos y de la extrema derecha en algunos países tienen que servir
también de reflexión para la izquierda europea. No se puede dejar el discurso
crítico con el Euro en manos de la extrema derecha cuando es un discurso más
que necesario imprescindible. Desde la izquierda no podemos defender una salida
del Euro y de la UE
sin ton ni son y tenemos que levantar la alternativa de una área económica
alternativa de los países mediterráneos basada en valores distintos a los que
actualmente guían a la UE,
una especie de ALBA mediterránea.
Estoy convencido de que Podemos
debe comprender, con Gramsci, que los procesos de constitución de las clases
son largos y complicados, y los procesos de construcción de la hegemonía son
aún más prolongados y tortuosos. De ningún modo (sería
su final y la decepción para miles de personas),
pensar que cuando hablamos de “bloque social” nos referimos a una alianza
electoral o electoralista. Si se quiere construir algo sólido y con la
intención de cambiar las cosas de verdad es fundamental una correspondencia
entre métodos y fines. Al mismo tiempo es necesario, por un lado, no caer en el
sectarismo que impida alianzas, y, de igual modo, no caer en la ilusión de
pensar que las alianzas electorales son un fin y no un medio.
Es muy posible que Podemos haya
empezado la casa por el tejado, y que el inesperado éxito electoral le haya
pillado en pleno proceso de formación. Las victorias espectaculares también
tienen sus peligros, y creo que las gentes que están trabajando en Podemos son
conscientes de ello. Me parece muy positivo que las aspiraciones no sean
conseguir un porcentaje dentro del sistema sino trabajar con paciencia para
tratar de cambiarlo. De ningún modo se puede caer en el ya conocido error de
acomodarse en un determinado porcentaje electoral y que el mantenimiento de esa
cuota sea el objetivo final de la organización. Tampoco se puede caer en el
error de tratar de “representar” a los movimientos sociales o pretender
que “Podemos es el 15M”, eso sería
reproducir los vicios de los partidos que hemos conocido hasta ahora.
Los retos por delante son muchos,
pero el resultado electoral es un síntoma de un importante torrente de ilusión
que se ha generado. En primer lugar creo que va a ser muy importante que se
cumpla todo lo que se ha dicho y que los cargos públicos de Podemos prediquen
con el ejemplo y respeten los protocolos económicos establecidos por la
organización. También es muy necesario que se desarrolle una estructura ágil y
que permita un funcionamiento democrático que consiga alejar una innegable
imagen de hiperliderazgo que no creo que ayude mucho. Podemos bebe mucho de la
experiencia de sus impulsores en los movimientos sociales, la organización debe
construirse en y con esos movimientos, pero no debe olvidar la importancia de
recuperar un movimiento obrero y sindical que deambula casi como un zombi.
Tanto la mayoría social como el bloque histórico que hay que construir, y que
son necesarios para cambiar las cosas, están constituidos por un conjunto de realidades
diversas y el programa para el cambio radical debe ser fruto de la deliberación
de esas mayorías, y no de directrices impuestas por personas que se autoatribuyan, en su condición
de “intelectuales”, la representación de los otros.
Estamos ante un hecho muy
importante, tal vez único en nuestra historia reciente, y muy posiblemente se
han sumado diversos factores que han producido esta tremenda sorpresa: la
crisis económica, el impulso del 15M, la entrada en el campo político de una
nueva generación, el agotamiento del régimen surgido de los consensos de la Transición o el acierto
político de atacar al sistema desde sus propias entrañas, quizás podríamos
añadir bastantes más. La ilusión se ha generado y ahora nos toca aprovechar su
impulso para cabalgar sobre las olas y no defraudar a esa generación de nuevos
militantes, son ellos los que deben recoger la experiencia acumulada y
construir, junto con los más mayores, y con paciencia pero sin pausa, la alternativa
de sociedad que se plasme en un mundo más justo, democrático e igualitario.
Carlos Gutiérrez (MIA-Pinto)
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