jueves, 20 de noviembre de 2014

Confundir la salida con la meta




Confundir la salida con la meta.



Con respecto a la entrevista que concede José Antonio Moreno, candidato de la corriente de Ángel Pérez en la primarias de IU-CM, al diario El País, coincido en que es necesario reivindicar la importancia de la lucha de los trabajadores y las clases populares para que la operación gatopardista abordada por las élites  del régimen franquista se viese mitigada y para que no fuese posible un “franquismo sin Franco”. La muy limitada democracia de la que disfrutamos es fruto mucho más de la lucha popular que de una graciosa concesión, eso está claro. También resulta evidente que la historiografía oficial y los medios de comunicación han construido un relato según el cual esa limitada democracia de la que hablaba antes respondió a la buena voluntad de unos políticos franquistas que sufrieron una conversión paulina al credo democrático, todo esto con la actuación imprescindible del rey demócrata por excelencia: Juan Carlos I.  La lucha por desenmascarar la falsedad de ese relato me parece una de las tareas centrales para la izquierda aún hoy.

Pero una vez dicho esto, pienso que José Antonio Moreno vuelve a caer en el mismo error, y 36 años más tarde, lo que es más grave, en el que cayó la izquierda de la época. Para decirlo de un modo muy sencillo,  y en términos deportivos, se confundió la meta con la salida. Creo que en aquellos tiempos, por cierta izquierda, y con mejor o peor voluntad, se identificó la Constitución del 78 como la meta y el fin de la lucha. La aceptación de la presencia de los comunistas en las instituciones y su legalización allanaban una amplia autopista hacia la toma del poder surcando únicamente las vías electorales. De aquellos polvos vienen en gran medida estos lodos. Lo que ya resulta  llamativo, preocupante, descorazonador, y se pueden añadir varios adjetivos más, es que desde un determinado sector de la izquierda se siga aceptando el llamado régimen del 78 como el fin del camino y como un instrumento que se debe apuntalar.

Subyace en el discurso de J.A.Moreno, también, un determinado mensaje que vendría a decir más o menos lo siguiente: “el régimen del 78 abrió la puerta institucional a la izquierda (PCE, luego IU) y le concedió el estatuto de “minoría simpática”. Este es un estatuto que nos permite estar bastante cómodos, asegura financiación para el funcionamiento de la organización y de la consiguiente burocracia asociada a ella. ¿Para que vamos a intentar cambiar las cosas si llevamos casi cuatro décadas viviendo confortablemente instalados en la minoría? ¿Si tenemos asegurado más o menos entre un 5 y un 10% para que vamos a arriesgarnos a proyectos aventurados? En definitiva, aceptemos ser una minoría para los restos que fuera hace mucho frío.

También no querría dejar de señalar que pese a que pudiera parecer que lo que hace Moreno es una encendida defensa del papel de la clase obrera en la Transición, me parece que el efecto que consigue es el contrario. Al inferirse de sus palabras que todo lo que podía conseguirse es lo que hemos conseguido hasta ahora, de algún modo se está aceptando tanto la impotencia de los trabajadores y del pueblo como de sus organizaciones. Sí el máximo grado de democracia y de bienestar posible para los españoles es el que ha sido consecuencia de los “acuerdos del 78” tendríamos que reconocer que la potencialidad del movimiento popular era mínima. Eso tal vez justificaría, es posible que sus respuestas sean un intento de justificar, su conformidad con el minoritarismo de la izquierda.

Desde luego que hay una cosa que me parece evidente: pensar que el régimen del 78 se debe apuntalar o creer que esa es una de las tareas de la izquierda para nuestros días, supone  o bien ser completamente ajeno a lo que esta sucediendo cada día en nuestras calles o bien no haber entendido absolutamente nada. Además me parece absolutamente suicida, en momentos en los que la calle reclama procesos de unidad y construcción de instrumentos que aseguren más democracia, pretender refugiarse en giros identitarios que tienen más de pose que de contenido real. Y lo peor de todo es que algunos suicidios no so individuales y pueden arrastrar a organizaciones que no se merecen, de ningún modo, esa suerte. De nuevo, en el 2014, volver a confundir la salida con la meta, aceptar que lo que tenemos es lo máximo que podemos conseguir, tendría resultados posiblemente irreversibles para la izquierda.

Carlos Gutiérrez

jueves, 6 de noviembre de 2014

Una cita de E.P.Thompson (Misería de la teoría)




“Ningún otro rasgo es mas característico de los marxismos occidentales, ni más revelador de sus premisas profundamente antidemocráticas. Tanto si se trata de la Escuela de Frankfurt como de Althusser, están marcados por el mismo fuerte énfasis en el peso ineluctable de los modos ideológicos de dominación: una dominación que destruye cada espacio para la iniciativa o la creatividad de la masa del pueblo; una dominación de la que solamente la minoría ilustrada de los intelectuales puede liberarse [...] es esta una triste premisa con la cual debería emprender la teoría socialista (todos los hombres y mujeres, a excepción de nosotros, son originalmente estúpidos) y que conduce naturalmente a conclusiones pesimistas o autoritarias”
(E. P. Thompson, Miseria de la teoría)