miércoles, 4 de marzo de 2015

Ganemos Pinto, algo nuevo de verdad


Ganemos Pinto, algo nuevo de verdad



Hace ya casi un siglo, escribía Antonio Gramsci lo siguiente: “Para formar a los dirigentes políticos es fundamental partir de la siguiente premisa: ¿Se quiere que existan siempre gobernantes y gobernados, o por el contrario, se desea crear las condiciones bajo las cuales desaparezca la necesidad de tal división? En mi opinión, en esta frase podemos encontrar la clave para que el deseo  que expresamos cuando hablamos de “nueva política” pase del campo de lo discursivo al de lo real.

Esta firme voluntad de conseguir acabar con esa división es la que hace de Ganemos Pinto un proyecto innovador, profundamente anclado en la voluntad de los ciudadanos, con futuro más allá de lo exclusivamente electoral  y con un fondo político de gran calado. Este proyecto que quiere devolver el control de sus destinos a los ciudadanos nace, además, para ganar, y en ningún caso para convertirse en un sujeto político anecdótico, que se conforma con un papel minoritario o, mucho menos, para reproducir la tradicional figura del “partido bisagra”.

Pienso que existe una amplia demanda ciudadana de más democracia, de que la soberanía popular no siga siendo secuestrada y de que los intereses de las personas sean los que primen por encima de todo. En este estado de cosas, propiciado por un proceso de movilización social y de politización  más que evidentes que  comenzaron con el 15M,  las candidaturas ciudadanas y de unidad popular pueden constituir una herramienta de primer orden para ir acabando con esa división entre gobernantes y gobernados. En tanto en cuanto los que integran estos proyectos comprendan que de lo que se trata no es sustituir a unas élites por otras sino de acabar con las élites, se conseguirán objetivos importantes.

Desde luego que una de las tareas clave para Ganemos Pinto debe  ser llenar de contenido esa promesa de inaugurar un nuevo ciclo político. Esa “nueva política” de la que tanto estamos oyendo hablar en estos días debe concretarse en las formas y en los contenidos. No podemos permitirnos que se quede en una promesa más que no se cumple,  como muchas de las de lo que se ha dado en llamar la “vieja política”. Y ese camino ya se ha empezado a recorrer, y además en un sentido que me parece muy positivo. La realización de primarias abiertas o la elaboración del programa en las que ha participado   la ciudadanía son buena muestra de ello.

Los ciudadanos reclaman también  transparencia, coherencia, ejemplo y, en definitiva, un firme compromiso ético de sus representantes. Todo esto está presente ya   en el proceso de construcción de  Ganemos Pinto. No es casual que el primer documento elaborado haya sido el código ético, y que en él se hayan plasmado algunos acuerdos muy importantes: la eliminación de los llamados cargos de confianza, el compromiso de una significativa reducción de los sueldos de los políticos o el establecimiento de una comisión independiente que vele por el cumplimiento de los compromisos  éticos demuestran que estamos haciendo las promesas realidad.

Y para comprometernos en esa tarea lo más importante son las personas que componen Ganemos Pinto, su enorme capital humano. Quien repase la lista que salió de las primarias o conozca a multitud de personas que no forman parte de esa lista pero que participan en el proyecto y trabajan de modo abnegado y ejemplar, se dará cuenta de que se trata de ciudadanos comunes y corrientes, pero a la vez, que se trata de gentes a las que ha visto en multitud de luchas sociales:  en los conflictos laborales siempre del lado de los trabajadores, en el 15M, en la lucha contra los desahucios, en la pelea por la apertura de nuevos espacios para la participación y la formación, en  la promoción de la democracia participativa, en las Marchas de la Dignidad,  en la creación de una nueva cultura más cercana a los intereses del pueblo, en la lucha  feminista y LGTBI, en la defensa del medio ambiente y de los derechos de los animales o  por el reconocimiento de la Memoria Histórica.

Personas comunes y corrientes, pero gentes convencidas de que es necesario un cambio profundo, de  que los modelos políticos que hemos conocido hasta ahora están agotados, de que hay que cumplir por fin la tarea tantas veces postergada de separar el abismo entre gobernantes y gobernados. Un proyecto realmente nuevo, en el mejor sentido de la palabra, basado no en la confianza sino en los compromisos y en la participación. Ganemos Pinto no se dedicará a malvender el voto de los representantes que obtenga sino que establecerá un compromiso de hierro en cuanto a su política de alianzas, y ese compromiso irá incorporado en su programa electoral. Los ciudadanos, a la hora de elegir, sabrán si Ganemos Pinto pactará o no, y en el caso de hacerlo con quién.

Esta es una tarea que tal vez puede parecer difícil de abordar o demasiado ambiciosa, pero si no nos proponemos objetivos importantes y nos limitamos a repetir la mezquindad, el tacticismo y el cortoplacismo que hemos conocido hasta ahora en la política, ¿Para qué demonios nos hemos metido en este lío entonces? Estoy en condiciones de asegurar que para hacer lo mismo que los demás, para repetir la política “de siempre” no nos habría merecido la pena construir este proyecto.  No pedimos confianza ciega ni queremos convertirnos en representantes al uso, nuestra intención es otra, pretendemos que sean los ciudadanos los que gobiernen Pinto y esto es posible, estoy convencido de ello; como en otras tantas cosas es una cuestión de voluntad política, y eso no es algo que nos falte.


Carlos Gutiérrez

martes, 13 de enero de 2015

Un libro para ayudarnos a cambiar el mundo.





Un libro para ayudarnos a cambiar el mundo.



De Sur a sur. La estrategia del caracol, es un libro de Luciano Vasapollo, profesor de economía aplicada de la Universidad  La Sapienza de Roma y delegado del rector de la citada universidad para las relaciones con los países del ALBA, así como director del centro de estudios CESTES de la central sindical USB y responsable de la coordinación europea de la Red en Defensa de la Humanidad. Vasapollo es un intelectual que ha realizado una prolífica labor de investigación y publicación sobre diversos temas como análisis económico, encuesta obrera, geopolítica, antropología y varios más. Pero mucho más que un intelectual, Vasapollo es un militante de la izquierda, un comunista consecuente y un amigo de los pueblos que luchan en todo el mundo y en especial en América Latina.

En primer lugar me parece indispensable decir que no se puede separar este libro del conjunto de la producción intelectual de Luciano Vasapollo. El conjunto de sus libros, estudios y artículos debe ser entendido como un trabajo encaminado a trazar líneas que ayuden a abordar procesos de emancipación y de liberación; Esto es, un trabajo militante y revolucionario. Podríamos resumir el espíritu de su trabajo diciendo que el empeño de Vasapollo consiste en despejar caminos y veredas que nos den pistas sobre el qué hacer y cómo hacerlo.

A primera vista, alguien poco informado podría pensar que este libro es solamente una obra sobre antropología, o, tal vez, sobre costumbrismo. Nada más alejado de la realidad. A través de un profundo estudio de las tradiciones económicas derivadas de la tierra, de lo que podríamos llamar una auténtica economía moral popular, y de la puesta en relación de las tradiciones de América Latina con las del sur de Europa, se intenta suscitar una interesante reflexión de un gran calado político y muy útil para vislumbrar cuales son los nodos  que nos pueden ayudar a reelaborar una propuesta emancipatoria  a la altura de los tiempos que vivimos.

En mi opinión este libro constituye toda una llamada de atención al conjunto de la izquierda europea y a su irrefrenable tendencia al eurocentrismo y al productivismo. De ningún modo estamos ante un trabajo que caiga en la nostalgia o que plantee una vuelta a un pasado no factible. Pero sí creo que del libro se trasluce la necesidad de que la izquierda reflexione  sobre sus errores, y uno de ellos fue su entusiasmo ante la destrucción de las culturas comunitarias campesinas en aras de una industrialización que supuestamente traería una clase obrera universal  que sería el único sujeto revolucionario sin necesidad de alianzas.

Una vez liquidadas esas tradiciones campesinas, y liquidadas también las tradiciones obreras, se impone una lenta y molecular reelaboración de esas tradiciones, sin las cuales no será posible recuperar el hilo rojo del proceso emancipatorio. En este orden de cosas, este libro es un material (en el sentido fuerte de nuestra tradición) y una herramienta necesaria para pensar cómo abordamos ese lento proceso de elaboración de una nueva economía moral popular, indispensable para salir de la insignificancia.

Tal como nos recuerda Joan Tafalla, en un extraordinario prólogo que recomiendo encarecidamente y que podría constituir, por si solo, un pequeño libro, esta obra de Luciano Vasapollo nos remite a muchas de las lecciones de Gramsci y de Mariategui. También nos evoca las reflexiones de Pasolini sobre la importancia de las culturas populares, y además de todo esto, nos habla de procesos reales, de la construcción del socialismo, en sociedades compuestas por personas de carne y hueso, con errores y con aciertos, con pasos atrás y con titubeos, pero en los que el ser humano, de modo colectivo, es el que construye su propio destino.

Vasapollo y Tafalla se atreven a hacer algo que nos recomendaba el Ché y que a veces parece un trabajo propio de titanes o incluso algo insólito: pensar con su propia cabeza. Solo de ese modo, liberándonos de prejuicios, trabajando con un inmenso rigor intelectual y una honestidad a prueba de bombas, seremos capaces de empezar a ir trazando líneas que nos ayuden a saber qué hacer y cómo hacerlo.



Carlos Gutiérrez (Espai Marx)