domingo, 26 de octubre de 2014

Una breve reflexión sobre las clases sociales




¿Es posible hablar de clases sociales, más en concreto de clase obrera o trabajadora, sin procesos de lucha o sin la existencia de una cultura autónoma común? Creo que no, afirmar que “existe” clase obrera nada más que por el lugar que  un determinado colectivo humano ocupa en el proceso de producción es demasiado reduccionista y nos presentaría un concepto de clase demasiado débil y muy discutible, aunque resulta evidente que existe una legión, tal vez cada vez mayor, de trabajadores por cuenta ajena. Prefiero un concepto más fuerte de clase, más ligado con la historia y con la cultura, esto es, una clase que es producto de compartir experiencias de lucha y que elabora una cultura común, autónoma, como consecuencia de sus vivencias y distinta de la de los capitalistas. 

¿No es acaso la disolución de la cultura de la clase trabajadora el gran triunfo del capitalismo? ¿Cómo es posible que, en unos años, hayamos pasado del orgullo de ser obrero a la vergüenza por serlo y a querer ocultar esa condición bajo el pretexto de su temporalidad? ¿No resulta llamativo que la imposición de un modelo cultural (en el sentido más amplio del término) único haya sido, previa disolución de la cultura obrera, una de las tareas en las que ha invertido más esfuerzos el Sistema? Solo recuperando su autonomía será posible que la clase trabajadora empiece a abordar procesos de reconstitución, casi empezando desde cero, que superen al abismo que media entre la “clase en sí” y la “clase para sí”.

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