domingo, 26 de octubre de 2014

Una breve reflexión sobre las clases sociales




¿Es posible hablar de clases sociales, más en concreto de clase obrera o trabajadora, sin procesos de lucha o sin la existencia de una cultura autónoma común? Creo que no, afirmar que “existe” clase obrera nada más que por el lugar que  un determinado colectivo humano ocupa en el proceso de producción es demasiado reduccionista y nos presentaría un concepto de clase demasiado débil y muy discutible, aunque resulta evidente que existe una legión, tal vez cada vez mayor, de trabajadores por cuenta ajena. Prefiero un concepto más fuerte de clase, más ligado con la historia y con la cultura, esto es, una clase que es producto de compartir experiencias de lucha y que elabora una cultura común, autónoma, como consecuencia de sus vivencias y distinta de la de los capitalistas. 

¿No es acaso la disolución de la cultura de la clase trabajadora el gran triunfo del capitalismo? ¿Cómo es posible que, en unos años, hayamos pasado del orgullo de ser obrero a la vergüenza por serlo y a querer ocultar esa condición bajo el pretexto de su temporalidad? ¿No resulta llamativo que la imposición de un modelo cultural (en el sentido más amplio del término) único haya sido, previa disolución de la cultura obrera, una de las tareas en las que ha invertido más esfuerzos el Sistema? Solo recuperando su autonomía será posible que la clase trabajadora empiece a abordar procesos de reconstitución, casi empezando desde cero, que superen al abismo que media entre la “clase en sí” y la “clase para sí”.

Podemos-Evo


Podemos-Evo

La reciente y rotunda victoria electoral de Evo Morales en las elecciones bolivianas debe suscitar reflexiones y enseñanzas políticas para aquellos que queremos cambiar nuestra sociedad de modo profundo. No resulta muy habitual encontrarnos ante un presidente que accede a su tercer mandato con un 60% de los votos y con un más que considerable apoyo popular.
Sin duda la victoria de Evo se debe a que ha conseguido elevar el nivel de vida de los bolivianos y a que ha hecho más sólidos los mecanismos democráticos y de participación. La creación de un nuevo bloque histórico popular en Bolivia ha sido encabezado por el MAS (Movimiento al Socialismo), la formación política de Evo Morales, que más que como un partido a la vieja usanza, funciona como un crisol de movimientos sociales diversos que reflejan la plural realidad de la sociedad boliviana.
Resulta evidente que nuestro país no es Bolivia, ni su historia ni sus condiciones sociales o políticas son iguales, pero eso no debe ser óbice para que, sin pretender ni imitar ni ajustarnos a modelos, sepamos capaces de aprender de una experiencia tan interesante. En ese marco nos parece pertinente y necesario incluir la experiencia de Podemos, y, sobre todo, el evidente interés popular que está suscitando su surgimiento y desarrollo. Será necesario posicionarse sobre temas clave como el modelo productivo para nuestro país o la cuestión de nuestra integración en la UE y en el Sistema Euro. Estamos ante una oportunidad histórica que, tengámoslo claro, puede ser aprovechada o no.
Podemos está consiguiendo generar una ilusión y un apoyo popular (aunque este apoyo, a mi juicio, debería ampliarse), que pueden convertirse en el generador de la construcción de un bloque popular similar al que gobierna Bolivia, en nuestro país. Desde luego que estamos solo al inicio del proceso y que aún nos podremos encontrar en el camino mil trabas, errores o retrocesos, pero la posibilidad está abierta y su desarrollo dependerá de cómo se vaya ampliando ese bloque social en un proceso de construcción siempre democrático.
Con toda seguridad no serán solo los que ahora están inscritos en Podemos los únicos que lleven a caso ese proceso, sino un movimiento mucho más amplio y que implique a más sujetos políticos y sociales. Ese movimiento deberá luchar contra los fenómenos negativos que surgirán sin duda: el dirigismo, el personalismo o la burocratización, por ejemplo. Sólo si se consiguen vencer esos “vicios” será posible transitar el camino de un fenómeno meramente electoral a otro, mucho más robusto, que sea capaz de ganar la hegemonía social.
Quedan aún muchísimas cosas por hacer, pero tal vez lo más importante es comprender que debemos mirar la realidad social desde una perspectiva global y sin pretender buscar atajos fruto de las prisas. Un proyecto de cambio social profundo solo puede realizarse con mucha paciencia y contando con el apoyo de grandes mayorías populares. En ese camino se debe comprender tanto que existen diversos sujetos sociales que están llamados a participar en ese proceso como que la conciencia previa de la que parten es distinta. Resulta imprescindible un profundo conocimiento de cuál es tanto la composición de nuestra sociedad como de de cuáles son los intereses de esos sujetos.
No se trata de sustituir a una elite por otra. Cuando se habla de la “generación más preparada de nuestra historia”, (afirmación discutible y en la que se debería aclarar qué se entiende por preparación) parece, en algunas ocasiones, que se está proponiendo una nueva élite llamada a sustituir a la anterior sin proponer mucho más. No se trata de eso, lo que se trata es de construir poder popular, de no entregar nuestra soberanía a “líderes” que decidan por nosotros. Y en el horizonte la necesidad de incorporar a ese nuevo proyecto hegemónico a la gran mayoría de jóvenes y no tan jóvenes que no han tenido ocasión de prepararse y parecen condenados o bien al paro perpetuo, con la consiguiente exclusión social, o bien a la precariedad más miserable. Sin ellos no habrá bloque social hegemónico.
No hay cambio social profundo sin que se proponga una alternativa de vida mejor para las mayorías sociales, es esto lo que han conseguido Evo Morales y el MAS para el pueblo boliviano. El fenómeno de PODEMOS y las expectativas que ha suscitado en nuestro país indican que existe la posibilidad. Se trata, ni más ni menos, de una posibilidad, abierta, no una certeza ni algo que solo puede caminar en una dirección, quede claro. De todos nosotros, de nuestra inteligencia y nuestra capacidad de llegar a acuerdos, de nuestro tesón y nuestra perseverancia, depende que podamos sacar adelante lo que nuestro pueblo parece demandar.

Carlos Gutiérrez