Sobre métodos y contenidos
Consideraciones sobre la candidatura de Pablo Iglesias
Carlos Gutiérrez 17/01/2014
Hace ya tal vez demasiado tiempo,
alguien a quien pienso seguramente admirará Pablo Iglesias,
Guy Debord, escribía que “no se puede combatir ya la
alienación bajo formas alienadas”. Y hace bastantes más
Antonio Gramsci escribía también que “en la
política de masas decir la verdad es una necesidad política”.
No pretendo que este artículo
se convierta en una sucesión de citas inconexas en las que el
lector se pueda perder, pero creo que cada una de ellas expresa las
principales críticas que voy a tratar de exponer: una sobre el
método y otra sobre el contenido. Ambos no deben ir separados
y, posiblemente, uno sea, en buena parte, consecuencia del otro, pero
tratarlos aparte se me antoja una cuestión de orden.
En ningún caso es mi
intención elaborar una crítica que tenga que ver con el
despecho porque esta candidatura pudiese perjudicar a otra que me
pueda parecer más oportuna o porque “mi grupito”
esté o no esté incluido en ella. Han surgido y surgirán
críticas, legítimas por supuesto, a las que podemos
considerar “partidistas”, pero esta no va a ser ninguna
de ellas. Incluso es posible que el grupo al que pertenezco
manifieste su apoyo, de una u otra manera a esta candidatura.
Pasemos entonces a la cuestión
del método. Tal vez resulte demasiado contundente calificar de
alienado al método para construir esta candidatura. Aún
reconociendo esto, sí pienso que resulta un calificativo
descriptivo que pretende llamar la atención. Una vez más,
la enésima, nos encontramos con la construcción de una
candidatura a toda prisa, con una carrera en la que parece que lo
único que importa es “aprovechar la ocasión”.
Y volvemos a hallarnos ante una supuesta unidad que en realidad es
muy pobre y poco unitaria, y que deja a una multitud de sujetos que
podrían estar fuera del proyecto.
Como siempre, se dan todos los
llamamientos a la horizontalidad, a la representación de los
movimientos sociales o a la construcción desde abajo, mientras
que, en realidad, la decisión procede más de la
intención de algún partido por no quedarse fuera del
juego electoral en el escenario europeo. Por supuesto, todo esto vía
estimulación del natural ego de un cabeza de lista que tiene
una enorme capacidad para la comunicación. En mi opinión
se vuelve a caer en el error de centrar todos los esfuerzos y las
esperanzas en las contiendas electorales, repitiendo lo que ya ha
hecho muchas veces IU, mientras que no se consigue un arraigo social
real. Tal vez esa ausencia de arraigo y esa impotencia para
construir sociedad alternativa son las que impulsan a esa
irrefrenable tendencia electoralista.
Hay en la historia reciente de la
izquierda española numerosos ejemplos, por no decir todos, de
agrupamientos y candidaturas que han nacido con vocación de
futuro, con la intención de construir algo sólido,
desde abajo, para trabajar con largo aliento, y que se han disuelto
al día siguiente del mayor o menor fracaso electoral. De todos
modos, al igual que en este caso, en mi opinión, siempre estos
agrupamientos han carecido de un apoyo social relevante y han fiado
su proyecto a que un resultado electoral importante fuese la palanca
para construir un movimiento fuerte; craso error una vez más
intentar colocar a los bueyes delante del carro…
Y, como ya se ha apuntado en algún
que otro artículo al respecto, siempre se nos llena la boca
con nuestra inquebrantable adhesión a “lo colectivo”
y nuestro rechazo al caudillismo y a las figuras que representen
cualquier tipo de hiperliderazgo. Pero, cuando llega la hora de la
verdad, cuando nos entran las prisas porque los otros se presentan y
nosotros, claro, no vamos a ser menos, olvidamos el ya famoso “Ni
en dioses, reyes ni tribunos está el supremo salvador”,
de la Internacional y buscamos al más famoso de los tribunos,
a un “supremo salvador” que pueda conseguir un buen
puñado de votos que nos deje, de momento, en buen lugar. Y,
sin embargo, olvidamos lo principal, que solo un potente y amplio
movimiento de masas es capaz de cambiar las cosas de modo radical.
Todo esto sin tener en cuenta el
daño que puede hacer a futuros procesos unitarios la ausencia
de numerosos grupos que se reclaman de la izquierda, y, lo que puede
ser más importante, el sentimiento de instrumentalización
electoralista que puede cundir en algunos movimientos sociales. Estos
procesos de “unidad”, apresurados y casi siempre
sesgados, dejan cadáveres y malas sensaciones por el camino en
todas las ocasiones. Debería ser mucho más importante
la consolidación de alianzas y de relaciones con la sociedad
que las urgencias por participar en las elecciones. No contemplo, por
incredulidad, el inmenso daño que podría hacer al
conjunto del movimiento si el objetivo de esta candidatura no fuese
más que el de constituirse en grupo de presión para
negociar puestos en un eventual proceso de fusión con la
candidatura de IU. Esto ya sería más trágico que
cómico.
Resulta ya un poco agobiante que
cada vez que se abordan este tipo de procesos, se exprese la voluntad
de que el siguiente se hará con más tiempo y que se
iniciará una elaboración realmente “desde abajo”.
La razón por la cual ocurre esto una y otra vez, me parece
evidente: no existe una base social real, los grupos políticos
que impulsan estas candidaturas no tienen ni la implantación
ni la influencia necesarias para que su programa sea reflejo de las
aspiraciones populares; de ahí que esa tendencia, ante la
propia debilidad, a fiar su suerte a personajes mediáticos,
sea bastante natural.
La cuestión de los contenidos
también va muy ligada con el tema del método. Los
contenidos, también elaborados a toda prisa y con
no demasiada discusión
colectiva, no son casuales y sí más bien causales.
Cuando se pretende armar una candidatura como ésta, en lo que
lo menos importante es el manifiesto, y lo más importante las
figuras que la encabezan, los contenidos que “triunfan”
son los que ya han sido discutidos previamente por el grupo más
organizado que integra esa candidatura. No pienso que se trate de una
táctica traicionera o fruto de la perfidia de un Comité
Central en la sombra que pretende imponer sus ideas, pero sí
debemos reconocer que la pasividad o la buena voluntad del resto
hacen que determinadas ideas se vean plasmadas u obviadas en los
documentos.
En el manifiesto de esta candidatura
nos encontramos con alguna ausencia clamorosa. Yo diría que
falta lo principal, y por eso pienso que esa necesidad de decir la
verdad al pueblo no queda cubierta en este caso. ¿Qué
es lo principal? Creo que resulta indispensable que una candidatura
de izquierdas que quiere un cambio social radical plantee la
necesidad de la salida del Euro y el cuestionamiento de la presencia
española en la UE. Hay que decir la verdad porque hay que
dejar muy claro que con el euro y con este modelo de Unión
Europea no son posibles otro tipo de políticas que las
neoliberales que hemos conocido hasta ahora.
No es posible hurtar a nuestros
conciudadanos un debate que ya está surgiendo en muchos países
de la UE. Y salir del euro o de la Unión Europea no es ponerse
del lado de Marine Le Pen o de la extrema derecha europea, no se está
hablando de una vuelta al pasado o de la recuperación de la
peseta. Cuando se habla de estas cuestiones desde la izquierda,
estamos pensando en una salida organizada de un grupo de países
de tamaño cuando menos medio y de la creación de un
área económica propia basada en los intereses de las
personas y no el de los mercados. Un ALBA a la mediterránea,
por buscar un referente. Que IU no se haya atrevido a plantear esta
cuestión puede tener una cierta lógica, pero una
candidatura de “la izquierda de la izquierda” sí
debería plantear estas cosas sin ningún miedo.
Y una izquierda sin miedo y que
tenga la intención de decirle la verdad al pueblo debe hablar
de la Unión Europea claramente y denunciar el proceso colonial
al que nos está sometiendo el capitalismo alemán. Hay
que decirle al pueblo que las enormes tasas de paro que sufre nuestro
país se deben, fundamentalmente, al papel que se nos ha
otorgado en la división del trabajo en el interior de la UE:
servicios, fundamentalmente turismo
y muy poco más.
Hay que contarle también a nuestro pueblo que este proceso se
inició con la integración en la UE, que no se ha
detenido ni por un momento, y que ha sido favorecido tanto por los
gobiernos del PSOE como los del PP. Y hay que explicar, también,
que en la Unión Europea actual no hay espacio para políticas
distintas y que Europa no es necesariamente la UE:
No se trata de guardar ninguna
ortodoxia ni de descalificar a esta candidatura porque no reparten
panfletos en las fábricas. La izquierda tiene que darse cuenta
de que al igual que la explotación del capitalismo se ha ido
extendiendo a todos los aspectos de la vida del ser humano, los
escenarios de rebelión y de resistencia se han multiplicado.
La fábrica se ha desparramado por los barrios, decía
hace poco un compañero. De nada sirve hoy en día
agarrarse a ortodoxias o a fórmulas predeterminadas. Los
hechos de Burgos son paradigmáticos. Tal vez esa
multiplicación de escenarios de conflicto social ha pillado a
la izquierda con el más bajo grado de organización y de
extensión de su historia, pero las cosas son así, la
retirada y el acomodamiento de la izquierda política y
sindical mayoritarias hacen que las tareas nos parezcan ahora más
colosales. Solo identificando los lugares del conflicto social y
construyéndose en ellos podrá la izquierda empezar a
luchar por la hegemonía.
Esta crítica a la candidatura
que parece va a encabezar Pablo Iglesias no pretende ser destructiva
y está escrita desde la completa seguridad de que tanto Pablo
como todos los que participan y apoyan su candidatura son “de
los nuestros” y están en la misma trinchera que el
resto. También es evidente que habrá “de los
nuestros” en las diversas candidaturas de izquierda que se
presenten a estas elecciones, y, por supuesto, entre los que no se
presenten. La candidatura encabezada por Pablo Iglesias tiene apoyos
importantes y, con toda seguridad contará con activistas
comprometidos y honestos, pero creo que era necesario breve análisis
de las debilidades que presenta. En tanto en cuanto sirva de espacio
de encuentro de diversos grupos y experiencias de lucha, podremos
decir que la candidatura ha jugado un papel positivo. Esperemos, al
menos, que esta convergencia sirva para que, de una vez por todas y
sin urgencias electorales, se empiece la paciente construcción
de un proyecto con una amplia base social.
Carlos Gutiérrez.
(MIA-Pinto)
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